¿Que tiene Max Page que atrajo la atención de más de 140 millones de televidentes?
La fuerza. La fuerza de ser adorable….
El domingo se jugó en el estadio de Dallas, la final del futbol americano el “Super Bowl XLV”; entre los Steelers de Pittsburgh y los Packers de Green Bay, con el triunfo de estos últimos. Pero en esta fiesta del deporte, y los nachos, el pollo frito y las papitas, los comentarios se los llevan el show de medio tiempo y los comerciales de presupuestos millonarios que se presentan durante el juego.
La apertura y el show de medio tiempo fueron bastante lamentables: Cristina Aguilera se confundió la letra del himno y los músicos tuvieron problemas de sonido con los micrófonos.
Las publicidades no fueron tan espectaculares como las de otros años. Solo algunas dignas de comentarios, hasta que llego Max.
Y la fuerza estuvo con él.
Un auto, un niño de seis años y un viejo disfraz de Halloween componen, según las mediciones de las empresas especializadas, el comercial más exitoso de esta versión del Super Bowl. Con una audiencia estimada de 140 millones más los 22 millones que lo han visto hasta el momento por You Tube, Volkswagen se anoto un poroto apostando a un niño (al que ni siquiera se le ve la cara durante el aviso) y la “magia “que a veces tenemos los padres. Esta vez, gano adorable.
Para el lunes después del Super Bowl, los comentarios en la oficina, la calle y los medios, eran este simpático comercial. Por supuesto, todo tiene una historia y Max nació con un defecto en el corazón que hizo que le colocaran un marcapasos a los tres meses. Es un pequeño sobreviviente, con la fuerza de su lado.
Para el martes, Max, había visitado a James Earl Jones , quien se encuentra en Broadway haciendo “Conduciendo a Miss Daisy”, en esa ocasión, el artista le regalo una máscara autografiada de Darth Vader.
La historia de Max, recién empieza, y por suerte, en esta época de efectos especiales, tecnología y crueldad, nada puede superar el tibio sentimiento de felicidad que nos da cuando podemos sorprender a un niño.
Un segundo de ternura, que no es poco en estos tiempos.
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