
Pero hay música en el secundario. Y si bien no bailábamos en la cafetería o saltábamos por el gimnasio, la música unió durante muchos años a un grupo de alumnos que de otra manera no hubiesen tenido contacto, experiencias en común y vivencia compartidas que los marcarían por el resto de su vida.
Recuerdo que la prueba de ingreso, tomada en tercer año, consistía de cantar el Feliz Cumpleaños. Y ahí nomas, la entonces profesora de música, Graciela Vespoli, me puso entre las sopranos, del coro Iubilus de la Escuela Secundaria Piloto Nro 1.
Estuve en el coro hasta que egresé del secundario, y Bolton tiene razón, no se canta en la universidad, pero eso no hace la experiencia del secundario menos valiosa. Recuerdo visitas a escuelas vecinas, conciertos, recitales y numerosos actos escolares. Entre el repertorio se contaban obras como Jacinto Chiclana, el tango Silbando, Paisajes del país (“Argentina en mi cancion”?), Iubilus y creo que alguna vez cerramos el concierto con “Porque cantamos”.
La memoria no alcanza a armar todo el repertorio, pero estoy segura que algún integrante del coro tendrá mas títulos para completar la lista. La música sigue sonando en nuestros recuerdos y aunque, al contrario de los personajes de Disney hemos crecido, no me arrepiento de lo cantado.
Música, coreografía, fin de escena.
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