Silencio. Ni una mosca se escuchaba volar en la redacción de Dow Jones Newswires cuando se desplomo la primera torre. Solo los teclados de las computadoras o un televisor encendido a lo lejos. Algún teléfono podía sonar, pero nadie se animaba a contestar. La presión por enviar las noticias era muy grande, demasiado.
Luego sonó una alarma, un mensaje grabado y nos evacuaron del edifico. La calle nos recibió con un soplo de calor, un sol brillante, una mañana casi perfecta. Casi.
Caminamos hasta la costa del rio Hudson. La silueta de Manhattan se mostraba como en las postales, y el ojo entrenado de quien trabaja del otro lado del rio puede descubrir los distintos edificios. Pero nuestras miradas se detenían, atonitas, ante la irregularidad de una columna de humo y un solo gigante en pie.
Y entonces, se desmorono. En medio del silencio. Y el vació. Y la falta de capacidad de todos nosotros de reconocer lo que estaba pasando. Un agujero en la postal.
Comenzamos a caminar. Volver a casa era una misión. Llego un ferry proveniente del World Trade Center. La gente tenía la ropa blanca de polvo, la mirada perdida. Olian a humo, un olor que en pocas horas cruzaría el rio y se instalaría durante semanas en la zona, el olor del horror.
De a poco el caos, los gritos, las sirenas, los autos, le ganaron al silencio. Los colectivos circulaban con las puertas abiertas, no había que pagar boleto. La gente subía a desconocidos a los autos. Todos ofrecían ayuda.
Agua fresca, para ayudar a la caminata. Alguien pensó que era una pequeña forma de ayudar ante tanto desastre. Gracias, ocho años después…
Hoy, el día se despertó frío y lluvioso. Durante la ceremonia fue un aguacero y se sumó al espíritu sombrío que generalmente acompaña a esta fecha.
Pero de alguna manera, este año se esta viendo un cambio. En las escuelas, se están armando los programas para comenzar a ensenar lo que paso el 9-11. Mi hija de 10 años no se acuerda lo que paso, solo sabe que su liga de fútbol perdió dos entrenadores ese día.
En la radio la gente recuerda los actos de valentía, la ayuda, los desconocidos que compartieron una porción de pizza, un vaso de café, un teléfono celular. En un momento en que el pais lucha por seguir adelante y salir de una crisis, no es fácil olvidar lo malo, pero a veces es necesario recordar lo bueno.
El 9-11 fue la primera vez que no me sentí extranjera. Afortunadamente nunca sufrí de discriminación, pero especialmente ese día vi entre la gente un sentimiento distinto, donde lo peor saco lo mejor de nosotros. El 9-11 fue el día en que la millones, se transformaron en una comunidad. Una comunidad que busca salir adelante sin olvidar a los miles de héroes que ese día tendieron una mano.
O un vaso de agua, en silencio.
Video: Cuando se cumplió el primer aniversario del atentado a las torres, se presento una serie de cortos de distintos directores del mundo. Por alguna razón, la producción dirigida por Sean Penn con la actuación de Ernest Borgnine siempre quedo en mi memoria. No se si por humana, por irreverente o porque en el fondo, todos esperamos que las flores vuelvan a florecer, aun en el medio de tanto horror. No se, pero aquí esta, después me dicen.
como siempre, q bien escribe sra. sus conceptos son tan claros q uno se emociona y siente q estuvo allí..."yo estuve allí" U know
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