Nueva, Nueva York

New York es una ciudad magica, que deslumbra y domina. En una hermosa tarde de sol, salgo a recorrer las calles de Manhattan mientras espero que se termine el tramite de revalida de mi pasaporte. A menos de una semana de una bomba en el lugar (y a horas de encontrar un paquete sospechoso), Times Square es un paraiso para el turismo: sacando fotos, observandose en las pantallas gigantes o degustando un helado se encuentran locales, turistas, internacionales y hasta un bostero orgulloso vestido de azul y oro. El aroma de los carritos ambulantes se mezcla en la brisa que huele a pancho-pretzels-papas fritas, y todo cambia cuando un viento mas fuerte hace volar los petalos rosados de los cerezos en flor, como un recuerdo de la nieve, que no hace mucho caia en el lugar.





Cerca del Rockefeller Center, en un mar de tulipanes rojos y amarillos, los micros de tours pelean por un espacio en la calle con los curiosos que quieren sacar fotos a los famosos que salen por la puerta lateral del canal NBC. En la puerta central, cerca del Radio City, los jovenes acampan para participar de la emision en vivo de Saturday Night Live, una espera de mas de 24 horas para ver a Betty White y el musico Jay-Z en un especial por el Dia de la Madre.

Cierto! Tengo una cadenita enredada y unas monedas de regalo que me quedaron de Navidad, asi que enfilo para Tiffany. La quinta avenida es un paraiso de carteras truchas, relojes y joyeria casi iguales a las reales. Los vendedores extienden sus mantas con productos, algunos tienen carritos pero todos tienen celulares, para avisarse en caso de que aparezcan los cumplidores de la ley. Sin embargo, en algunas esquinas, la ciudad parece darse un respiro y ambos conviven codo a codo. Despues de todo, un vendedor ambulante alerto sobre la bomba en Times Square, desde entonces, todos les estamos un poco agradecidos.

Si el servicio al cliente era supremo en Disney, Tiffany es el parque de diversiones para los adultos. Te agradecen que entres, que esperes el ascensor, que entres al ascensor, que bajes y al irte todos te desean un buen dia. Porque el domingo es el Dia de la Madre, el lugar esta que explota, hay gente en los seis pisos habilitados. Subo al sexto (Servicio al cliente) , me toman los datos, me llaman a una lujosa oficina y en minutos, con herramientas especiales (que ojala tuviera en casa) una joven de trajecito desenreda mi cadenita. La lustra y se asegura de que todo este en orden. No me cobran: por favor, es cortesia de la casa. Y debe ser lo unico gratis en todo el edificio.

Busco y pregunto por precios hasta el cansancio (dicen que si preguntas el precio, no lo podes comprar, no?) y me canso antes que ellos. Siempre contestan con una sonrisa y saben donde esta cada diminuta pulserita o esmeralda gigante que uno quiere ver por curiosidad. La gente viste bermudas y ojotas, trajes o vestidos de verano. Para algunos es un paseo turistico, para otros un tour de compras. Salgo con un anillito y saludo a Jose, que me banco el paseo por el ascensor.

Retiro el pasaporte, regreso a casa. En el subte hay mas carteles de "si ve algo, diga algo", la campania que hace que la gente este mas alerta y activa ante cualquier sospecha. Desde el fallido atentado de Times Square, los avisos por paquetes sospechosos crecieron en un 30%. La policia contesta a cada uno de ellos. La ciudad que no duerme no se puede dar el lujo de descansar en este aspecto.

Compro una banana por 35 centavos y me subo al tren, la gente corre por la estacion para emprender el regreso a casa despues de trabajar todo el dia en la ciudad. Las luces de los carteles comienzan a encenderse y New York se prepara para la noche, que tendra colores, olores y sonidos diferentes, pero sin duda seguira deslumbrando manteniendo y sorprendiendo a todos con el mismo espiritu, la misma magia.



Magica, magica New York City.